Pasé la tarde tomando las medidas a la sala. Fermín me daba una fila y un número y yo los buscaba. La fila 15 tiene un pasillo más ancho por delante y lo guipé de entrada para orientarme. Primero lo hice con luz y luego a oscuras. Repetí varias veces. Según el cabo basta con retener dos cosas: que los pares son a la derecha y que la planta baja cuenta 34 filas y 19 el piso alto. Luego me aconsejó que me detenga junto al cliente después de servirle si quiero que se rasque el bolso. Le pregunté si eran frecuentes las propinas y me dijo que cada vez la gente es más amarreta y que si vivimos es gracias al pasillo central. Nos sentamos un rato y le pregunté si nadie sisaba a la comandita. Dice que aunque no hay un control no es fácil, al menos en cantidad, pues existe una cifra aproximada para los días de estreno, otra para la noche del sábado, otra para la tarde del domingo y así todo. Me explicó luego que los turnos giran semanalmente, ya que todos hemos de pasar por todos los puestos. Por lo visto antes las parejas se colocaban atrás y soltaban buenas propinas para que no se les molestara, pero ahora, con la campaña gubernativa, la cosa ha variado.
Estuve a última hora con Anita a ver entrar a la Virgen.
6 abril, lunes
Pasé por casa de don Rodrigo a decirle que lo de la colocación es un hecho. Tenía sobre la mesa la liquidación de haberes de marzo y me la enseñó, advirtiéndome que mirase primero donde decía «líquido en nómina» y luego donde decía «neto a percibir». En «líquido en nómina» decía 1.930 pelas y en «neto a percibir» mil quinientas y tantas. Él se echó a reír y dijo que me fijase en las partidas a descontar. Eran cinco: Utilidades, Mutualidad, Pólizas, Habilitación y Defunciones. Yo, por caerle en gracia, le dije que era una vergüenza y me despedí para no empezar con retraso.
Para foguearme me han dado arriba. A las ocho no entraba un alma y Fermín me dijo que podía largarme a cenar para volver a las nueve y media. Hice 1,35 a todo tirar. Una risión, vamos. En cambio, Manolo, en el pasillo central, seis barbos. Cuando levantaba las butacas encontré un guante de señora y le dije, por guasa, al cabo si las cosas olvidadas eran para la comandita o para devolver. Creí que iba a gozarla, pero me preguntó qué era, y yo le dije que un guante y él me dijo, entonces, que lo dejara en el guardarropa. En la sesión de la noche se ocuparon veintidós butacas contadas. ¡Y para eso cuatro acomodadores! A las once me senté más tranquilo que el Bomba y me vi la película. Echan «Mi mula Francis» y pasé el rato. Luego me desvelé y sentí el exprés de Galicia.
7 abril, martes
Vi otra vez «Mi mula Francis». Me reí con algunos golpes que se me pasaron el primer día. Bien mirado no es más que una pendejada.
8 abril, miércoles
Vi otra vez «Mi mula Francis». Cada vez que el animal abría la boca ya me decía yo por dentro la gansada que iba a decir. Terminé con dolor de cabeza.
9 abril, jueves
Vi otra vez «Mi mula Francis». Salí al foyer, pero allí seguía oyendo el habla del animal. Me encerré en el water, pero que si quieres. Hasta allí llegaba la voz de la tía. Me vine para casa loco.
10 abril, viernes
Hoy estrenamos y no cabía en la sala un alfiler. Arriba hice 3,35 líquidas. Manolo 58,60. Con unas cosas y otras me acosté a las dos. Ni tiempo he tenido para engrasar la escopeta. Esto no es vida.
12 abril, domingo
El domingo es en el cine como otro día cualquiera; peor que otro día cualquiera. Hay tres sesiones y mucho más personal. Me corresponde descansar mañana. Pero yo me pregunto: ¿qué puede hacer un hombre que descansa cuando los demás trabajan? Le dije a Fermín si será siempre así y me dijo que hay un turno. Total: un domingo libre al mes. Le pedí a Anita que no saliera y me dijo con muchos humos que con qué derecho la exigía eso. ¡Me cago en la pared! Me llevaron los demonios cuando la vi aparecer con la Mimi y el fogonero. Yo mismo les acomodé. Faustino no me reconoció y quiso darme una propi, pero yo me hice el ido. ¡También gibaría! A la salida, Anita pasó junto a mí como si no me conociera. ¡Se le caerán los anillos a la desgraciada!
13 abril, lunes
Empleé la tarde libre en la escopeta. Casi había criado gusanos. Pasé el cepillo de cerdas por los tubos y le puse grasa. Por ir con prisas partí la baqueta por uno de los empalmes. Melecio me aconseja que compre una de madera; dan mejor resultado. También dice que use tubos «Diana» para el engrase. Ciertamente la que uso ahora se reparte mal.
Salí con Anita a las siete y la encontré un poco chulilla. Le hice ver que el ponerme de acomodador no es capricho sino necesidad. Ella dice que no le va ni le viene eso, ni nada mío. Le pregunté por qué estaba así y ella dijo que no estaba de ninguna manera. ¡Como si yo no tuviera ojos! Le pregunté si había dicho algo la Mimi y ella dijo que, para no mentir, la Mimi dijo al verme que parecía un botones. Ya me olía yo que la pingo esa andaría por medio. Le expliqué que el uniforme me estaba chico, pero le habían sacado las costuras hasta el tope. Luego pensé que estaba haciendo el cipote dándole razones y que ella y la Mimi y la Mimi y ella pueden pensar lo que les dé la gana. Nos separamos de monos. No me dormí hasta las tantas.
16 abril, jueves
Esta tarde llamé la atención a una pareja. El cabo me dijo que no me ande con contemplaciones y tome nombres. Por la noche vi «Ivanhoe» por séptima vez. No me importa, porque no es una pendejada como la de la mula y da algo de cultura. A la madre le volvieron los mareos. Después de comer se acostó, porque se le iba la cabeza.
19 abril, domingo
Por la mañana estuve con Anita en el Tirreno tomando unas mollejas. Se le ha quitado el morro. Ya le anuncié que en adelante podremos salir todos los días de ocho a nueve y media. He determinado que la madre me ponga una tortilla en un poco de pan y me ahorro dos paseos, uno de ida y otro de vuelta, y además puedo verme con Anita cada tarde. Veremos si no es peor el remedio que la enfermedad. Hoy, por de pronto, cuando toqué retirada en la Cerve, Anita se plantó y dijo que ni hablar del peluquín y que se quedaba con la Mimi hasta las diez. Me dio en los ojos y le dije que o se venía por las derechas o me la echaba al hombro como un saco. Ella debió notar que no iba de coña porque salió como un cordero. En todo el camino hablamos una palabra. Esta mujer me pone negro.
21 abril, martes
Ya tapiaron el España para empezar la reforma. Nos vimos por primera vez en el Novelty. No sé por qué, pero todos parecíamos alelados. Por hablar algo dije que no volveríamos a dar con un rincón como el de España y entonces Tochano me dijo que si volvía a mentar al España me pegaba una guantada que me ponía la cara del revés. Zacarías anunció que dentro de unas semanas empezará a salir con la hembra. No tengo pepita en la lengua y le dije que el reclamo es una perrería. Contestó, tan fresco, que todas las cosas son cuestión de puntos de vista. Anduvo contando hazañas. Dice que una vez, cuando chico, se metió en un tollo a las seis y a las siete había hecho ocho machos, uno detrás de otro. Al tío se le entornaba el ojo ciego como una persiana. Eso es mentir por la mitad de la barba. La verdad es que las enhebra como agua.
Me pasé por Asterio a probarme el uniforme. La boda es para el treinta. Desde el portal ya se sentían los mambos de la gramola. La chaqueta me tira de sisa y así se lo dije. Asterio me preguntó si era cierto que hablaba con la Anita, la del churrero. Le respondí lealmente que eso de hablar era muy relativo. Entonces me confesó que sabe de buena tinta que la chavala esa anda colada por mí hasta los tuétanos. Le pedí que se explicara, pero él calló la boca. Luego he estado pensando en ello. Hacía buena noche y me quedé un rato en la azotea al regresar del cine. Me pregunto en qué podrá basarse Asterio para decir lo de Anita.
27 abril, lunes
El vaina de Crescencio me confesó esta mañana que al chico no le gusta que ande por los pasillos entre clase y clase para no tropezársele cuando va con los amigos. El memo de él se ríe como si tuviera gracia y dice que son los pocos años. ¡No te giba! Si yo tuviera un hijo así, le colgaría del palo de la bandera.
Esta tarde vi que se colaba el hermano de Fermín. Me fui donde el cabo y le pregunté si es que podemos meter de guagua a los nuestros. Le cabreó la cosa, pero no tuvo más remedio que decirme que en los últimos días, y sin abusar, no hay inconveniente.
29 abril, miércoles
Creí que se reventaba lo de la boda. El de Francés andaba hoy más nervioso que una lombriz y me dijo que suponía que me quitaría el bigote para mi actuación. Yo le dije que ni pensarlo. Se puso loco y voceó que a ver si ahora que me habían hecho el uniforme iba a dejarle en la estacada. Vino don Basilio y el de Francés se chivó. El otro, que también anda encalabrinado con lo de mañana, desanudó la voz y me puso a caldo. Finalmente le dije que bueno para que callase la boca. Me giba lo que nadie sabe que me voceen.
30 abril, jueves
¡La madre que le echó! Con cinco cochinos pavos me despachó el tío. A buena hora me agarra para otra. Y me costó reventarme aunque él no lo crea. Apenas he dormido y me levanté con un tembleque que para qué. Con los galones y los bordados parecía un almirante. La madre, que me anduvo cepillando, dijo que iba más galán que Mingo y que ni el novio iría mejor puesto. Luego el cachondeo de las del señor Moro detrás de los cristales y la gente volviéndose en la calle. ¡La oca, vamos! No se los tiré a la cara para no dar el espectáculo. ¡El muy zángano! Dice la madre, y le sobra razón, que hay señores que no saben ser señores.