El truco[2]

CUARENTA naipes han desplazado la vida.

Pintados talismanes de cartón

nos hacen olvidar nuestros destinos

y una creación risueña

va poblando el tiempo robado

con las floridas travesuras

de una mitología casera.

En los lindes de la mesa

la vida de los otros se detiene.

Adentro hay un extraño país:

las aventuras del envido y del quiero,

la autoridad del as de espadas,

como don Juan Manuel, omnipotente,

y el siete de oros tintineando esperanza.

Una lentitud cimarrona

va demorando las palabras

y como las alternativas del juego

se repiten y se repiten,

los jugadores de esta noche

copian antiguas bazas:

hecho que resucita un poco, muy poco,

a las generaciones de los mayores

que legaron al tiempo de Buenos Aires

los mismos versos y las mismas diabluras.