Un León que vagaba por el bosque se clavó una espina en una pata, y al encontrar a un Pastor le pidió que se la sacara. El Pastor aceptó, y el León, que acababa de hartarse con otro pastor, se marchó sin hacerle daño. Tiempo después, por una falsa acusación, el Pastor recibió la condena de ser arrojado a los leones en el anfiteatro. Cuando lo iban a devorar, uno de los animales dijo:
—Este es el hombre que me sacó la espina de la pata.
Al oír eso los demás, muy honrados, se abstuvieron, y el que había hablado se comió solo al Pastor.