Un Niño a quien la Madre había enseñado a robar, al hacerse hombre se convirtió en funcionario público. Un día lo sorprendieron con las manos en la masa y lo condenaron a muerte.
Cuando iba hacia el cadalso pasó por delante de la Madre y le dijo:
—¡Mira lo que has hecho! Si no me hubieras enseñado a robar no estaría ahora metido en esto.
—¡Tienes razón! —dijo la Madre—. Pero, dime, ¿quién te enseñó a que te descubrieran?