53. La economía de los fuertes

Un Hombre Débil que iba cuesta abajo se encontró con un Hombre Fuerte que subía, y dijo:

—No voy en esta dirección por decisión propia sino porque requiere menos esfuerzo. Le ruego, señor, que me ayude a regresar a la cima.

—Con mucho gusto —dijo el Hombre Fuerte, con el rostro iluminado por un glorioso pensamiento—. Siempre he visto mi fortaleza como un don sagrado al servicio de mi prójimo. Lo llevaré conmigo. Póngase detrás y empuje.