29. El Cadí Honrado

Un Ladrón que había despojado a un Mercader de mil piezas de oro fue llevado ante el Cadí, quien le preguntó si tenía algo que declarar para no ser decapitado.

—Señoría —dijo el Ladrón—, no pude evitar llevarme ese dinero, porque así me hizo Alá.

—Tu defensa es ingeniosa y sólida —dijo el Cadí—, y debo absolverte del cargo de criminalidad. Desgraciadamente, Alá también me ha hecho de tal modo que no tengo más remedio que sacarte la cabeza… a menos —agregó, pensativo— que me ofrezcas la mitad del oro, pues Él me ha hecho débil ante la tentación.

El Ladrón puso entonces quinientas piezas de oro en la mano del Cadí.

—Muy bien —dijo el Cadí—. Ahora sólo te sacaré la mitad de la cabeza. Para mostrar mi confianza en tu discreción, dejaré intacta la mitad con la que hablas.