Una Persona Inofensiva que caminaba por un lugar público fue atacada y ferozmente golpeada con un garrote por un Desconocido.
Cuando el Desconocido del garrote fue llevado a juicio, el demandante dijo al Juez:
—No sé por qué me atacó; no tengo un solo enemigo en el mundo.
—Por eso le pegué —dijo el acusado.
—Suelten al prisionero —ordenó el Juez—. Un hombre que no tiene enemigos no tiene amigos. Los tribunales no están hechos para esas personas.