Sea lo que sea este libro, nunca habría visto la luz sin la ayuda de Jill Ciment y Arnold Mesches. No puedo pedir amigos más leales y lectores más perspicaces. Tengo también una especial deuda de gratitud con Mark Mitchell, cuyas extrañas y penetrantes ideas sobre esta historia y su autor han hecho mucho para retirarlos a ambos.
Mientras Inglaterra duerme se desarrolla en tres lugares, y en los tres hay personas a las que quiero dar las gracias: Bobbie Bristol, Bernard Cooper, Amy Hempel, Beena Kamlani, Deborah Karl, Frances Kiernan, Dawn Seferian y Andrew Wylie, en Estados Unidos; Nicolette Jones, Tony Lacey, Michael Lee, Ravi Mirchandani, Sally Riley y Matt Wolf, en Inglaterra; Josep Maria Fernández, Brugeis Palmero, Albert Sanjuan, Àlex Susanna y el personal de la Institució de les Lletres Catalanes, en Cataluña; y, por último (también en Cataluña), Dídac Teixidor, quien me introdujo en una guerra y una cultura que, de otro modo, quizá nunca habría conocido. Sin él, no habría podido escribir nada de todo esto.
D. L.