Notas

[1] Gasparone, el último bandolero, negoció con el gobierno en 1826; está encarcelado en la fortaleza de Cività-Vecchia con treinta y dos de sus hombres. Le obligó a negociar la falta de agua en las cumbres de los Apeninos, en las que se había refugiado. Es un hombre sagaz, de rostro bastante agradable. <<

[2] Paolo Giove, obispo de Cosme, Aretino y otros cien menos entretenidos que ellos, a los que el aburrimiento que difunden ha salvado de la infamia, como Robertson y Roscoe, están repletos de mentiras. Guicciardini se vendió a Cosme I, que se mofó de él. En nuestros días, Colletta y Pignotti han dicho la verdad, este último con un constante temor a ser destituido, a pesar, incluso, de haber dispuesto que su obra no se imprimiera hasta después de su muerte. <<

[3] Monjes benedictinos, así llamados por el color de sus hábitos. Sin embargo, en el resto de los pasajes del relato, el autor señala que dicho convento pertenecía a otra orden monacal, la de los capuchinos (N. de la T.). <<

[4] Aún hoy en día, esta posición extraordinaria es considerada como un signo indiscutible de santidad por los habitantes de la campiña romana. Hacia el año 1826, un monje de Albano fue visto en numerosas ocasiones levitando sobre el suelo por la gracia divina. Se le atribuyeron numerosos milagros; la gente acudía desde veinte leguas a la redonda para recibir su bendición; unas damas, pertenecientes a las más altas clases de la sociedad, lo habían visto en su celda mantenerse elevado a tres pies del suelo y, de repente, desapareció. <<

[5] Cota de malla. <<

[6] ¡Ay de ti, llegas en un momento funesto! <<

[7] En Italia, la forma de dirigirse a alguien por medio del tu, del voi o del lei marca el grado de intimidad. El tu se usa con mucha menos frecuencia que entre nosotros. <<

[8] Aproximadamente un metro y veinte centímetros de altura por cuarenta y cinco centímetros de anchura (N. de la T.). <<

[9] El bosque. <<

[10] Nótese la forma italiana en singular, a pesar del uso plural del término (véase al respecto la «Nota al texto»). (N. de la T.). <<

[11] Aquí tiene inicio la parte de la narración extraída realmente del manuscrito que obraba en poder de Stendhal, y que se limitaba a referir los amores entre la abadesa y el obispo (N. de la T.). <<

[12] Es decir, de aquellos más celosos de la vigilancia estricta de la moral (N. de la T.). <<