Pero nos queda todavía la tercera categoría importantísima en esta esfera ontológica. Si analizamos la no-indiferencia, en qué el valer consiste, nos encontramos con esto: que un análisis de lo que significa no ser indiferente, nos revela que la no-indiferencia implica siempre un punto de indiferencia y que eso que no es indiferente se aleja más o menos de ese punto de indiferencia. Por consiguiente, toda no-indiferencia implica estructuralmente, de un modo necesario. la polaridad. Porque siempre hay dos posibilidades de alejarse del punto de indiferencia. Si al punto de indiferencia lo llamamos simbólicamente «O» (cero), la no-indiferencia tendrá. que consistir, necesariamente. por ley de su estructura esencial en un alejamiento del cero, positivo o negativo. Esto quiere decir que en la entraña misma del valer está. contenido el que los valores tengan polaridad: un polo positivo y un polo negativo. Todo valor tiene su contravalor. Al valor conveniente. se contrapone el valor inconveniente (contravalor); a bueno se contrapone malo; a generoso se contrapone mezquino; a bello se contrapone feo; a sublime se contrapone ridículo; a santo se contrapone profano. No hay. no puede haber. un solo valor que sea solo. sino que todo valor tiene su contravalor negativo o positivo. Y esa polaridad constituye la tercera categoría de esta esfera ontológica; y esta tercera categoría. que llamamos polaridad, está fundada y arraigada en la esencia misma del valer, que es la no-indiferencia; porque toda no-indiferencia puede serlo, por alejarse, positiva o negativamente, del punto de indiferencia.
Ahora comprenden ustedes, los que hayan seguido conmigo el curso de psicología, la íntima relación que existe entre los valores y los sentimientos; y por qué los psicólogos hace treinta. o cuarenta años, cuando empezó a estructurarse la teoría de los valores. propendieron a decir que los valores no tenían ninguna entidad propia, no eran cosas, sino impresiones subjetivas. Y es porque confundieron los valores con los sentimientos. Y ¿por qué confundieron los valores con los sentimientos? Porque entre los fenómenos psíquicos, los sentimientos son los únicos que tienen, como los valores, esta característica de la polaridad. Una que es positiva y una otra negativa. Pero hay dos tipos de polaridad: la polaridad de los sentimientos, la polaridad psicológica, y la polaridad de los valores o axiológica. ¿Y en qué se diferencian estos dos tipos de polaridad? En que la polaridad de los sentimientos. a fuer de subjetiva, es una polaridad infundada; no digo lógicamente infundada, sino infundada, sin «lógicamente». Mientras que la polaridad de los valores es una polaridad fundada, porque los valores expresan cualidades irreales, pero objetivas, de las cosas mismas, cualidades de las cosas mismas; en cambio los sentimientos lo que hacen es representar vivencias internas del alma, cuya polaridad está causalmente fundada. Mas toda fundamentación causal es, en parte al menos, considerablemente una fundación ininteligible; tropieza con un fondo de ininteligibilidad de fundamento. Esta es la razón por la cual los psicólogos han podido confundir los sentimientos con los valores. Tenían esto de común: la polaridad.