¿Está terminado con esto todo lo que podemos decir ontológicamente de este mundo de las cosas reales? No, no ha terminado. Este mundo de los objetos reales tiene la particularidad óntica de que no es un solo mundo, sino de que puede encontrarse en él, con sus cuatro categorías estructurales y fundamentales, una variedad y al mismo tiempo una superposición de capas. Variedad, por cuanto que podemos, dentro de esas cuatro categorías estructurales, dividir los objetos de este mundo en dos grandes grupos: los objetos físicos y los objetos psíquicos. Los objetos físicos son: son reales; son reales en el tiempo y se suceden en causalidad. Los objetos psíquicos también son; también son reales; también son reales en el tiempo y también obedecen a una determinación de sucesión en el campo de la conciencia. Sin embargo, hay entre ellos una diferencia óntica que percibimos intuitivamente. ¿En qué consiste esta diferencia? Pues consiste simplemente en que los objetos físicos son espaciales, mientras que los objetos psíquicos no lo son. Los objetos psíquicos no tienen localización en el espacio. Responden escuetamente a las cuatro categorías ónticas fundamentales, mientras que los objetos físicos tienen una localización en el espacio. El espacio es, pues, una categoría regional de lo físico, dentro de lo real. Dentro de lo real, lo físico se distingue de lo psíquico por una categoría óntica regional que es el espacio; y aun dentro del espacio, las divisiones que hiciéramos entre objetos químicos, objetos. físicos, objetos biológicos, tendría cada una de ellas su categoría regional óntica. Así, por ejemplo, el objeto físico, además de estar en el espacio es mensurable; el objeto biológico, además de estar en el espacio, no es mensurable sino que tiene finalidad. Y sólo atendiendo a las categorías ónticas estructurales de cada región, de cada subregión, de cada sub-subregión, hasta llegar si se quiere al individuo, puede la ciencia aplicar los métodos congruentes y convenientes para el conocimiento del grupo ontológico.