Pero también podemos en un momento determinado fijarnos en que, en este bosque donde estamos, este árbol que tenemos delante, es igual a aquel otro árbol que hay allí. Entonces se nos viene a las manos la igualdad y decimos:
¿Qué es igualdad? y nos encontramos con que la igualdad no es cosa; no hay ninguna cosa que sea la igualdad. Las cosas, que hay, son árboles, animales, plantas, piedras, el sol; pero la igualdad no es una cosa; no hay ninguna cosa, no hay nada de eso que yo llamo cosa, que sea la igualdad. También podemos haber caído en la cuenta de que el tronco de este árbol es circular; y podemos entonces preguntamos: ¿qué es el círculo? Y, también vemos, inmediatamente, que el círculo no es una cosa; que no hay ninguna cosa que sea el círculo. Y entonces, ya recapitulando un momento, encontramos aquí que, con lo que «hay» en «mi vida» puedo hacer dos grupos: un grupo, donde pondré árboles, piedras, plantas, animales, casas, el sol, la luna, y a ese grupo, lo llamaré cosas. Otro grupo, en que lo que hay son: la igualdad, la diferencia, el triángulo, el círculo, los números; y a todo esto no lo podemos llamar cosas, puesto que el nombre de cosas lo he reservado para aquellas otras. Estos nuevos objetos no son cosas. Por de pronto, vamos a llamarlos objetos ideales. Y nos encontramos con que en el repertorio de lo que hay en mi vida, he hallado primero, cosas; segundo, objetos ideales.