El resultado a que llega la Crítica de la Razón pura es la imposibilidad de la metafísica como ciencia, como conocimiento científico, que pretendiese la contradicción de conocer, y conocer cosas en sí mismas. Puesto que conocer es una actividad regida por un cierto número de condiciones que convierten las cosas en objetos o fenómenos, hay una contradicción esencial en la pretensión metafísica de conocer cosas en sí mismas. Pero sí la metafísica es imposible como conocimiento científico, o como dice Kant, teorético especulativo, no está dicho que sea imposible en absoluto. Podría haber acaso otras vías, otros caminos, que no fuesen los caminos del conocimiento, pero que condujesen a los objetos de la metafísica, Sí hubiese esos otros caminos que, en efecto, condujesen a los objetos de la metafísica, entonces la Crítica de la Razón pura habría hecho un gran bien a la metafísica misma; porque si bien habría demostrado la imposibilidad para la razón teorética de llegar por medio del conocimiento a esos objetos, demuestra también la imposibilidad de esa misma razón teorética para destruir las conclusiones metafísicas que se logren por otras vías distintas del conocimiento. Nos resta ahora examinar el problema de si, en efecto, existen esas otras vías y cuáles son. Kant piensa, en efecto, que tras el examen crítico de la razón pura existen unos caminos conducentes a los objetos de la metafísica, pero que no son los caminos del conocimiento teórico científico. ¿Cuáles son estos caminos? Nuestra personalidad humana no consta solamente de la actividad de conocer. Es más: la actividad de conocer, el esfuerzo por colocarnos en frente de las cosas para conocerlas, es solamente una de tantas actividades que el hombre ejecuta. El hombre vive, trabaja, produce: el hombre tiene comercio con otros hombres, edifica casas, establece instituciones morales, políticas y religiosas; por consiguiente, el campo vasto de la actividad humana trasciende con mucho de la simple actividad del conocimiento.