Espacio y tiempo como condiciones de la posibilidad de la matemática

Para llegar a este resultado Kant tiene que demostrar tres cosas; tiene que aportarnos la prueba de tres aserciones. La primera, que el espacio y el tiempo son puros, o sea «a priori», o sea que no proceden de la experiencia. La segunda, que el espacio y el tiempo no son conceptos de cosas reales sino intuiciones. Y la tercera, que ese espacio y tiempo, intuiciones puras, intuiciones «a priori», son en efecto el fundamento de la posibilidad de los juicios sintéticos en la matemática. Y en efecto, Kant desenvuelve todo su desarrollo ideológico en esas tres cuestiones fundamentales. Las dos primeras las trata juntas; y al tratamiento de ellas le da el nombre de «exposición metafísica». La tercera la trata aparte y le da el nombre de «exposición trascendental». Por consiguiente vamos a seguir su misma marcha y a emprenderla con la «exposición metafísica del espacio». Seguidamente pasaremos a la «exposición trascendental del espacio», luego a la «exposición metafísica del tiempo», a la «exposición trascendental del tiempo», y habremos llegado con ello a la conclusión de todo el primer problema acerca de la matemática pura. Pero ante todo, ¿qué entiende Kant por «exposición metafísica del espacio»? ¿Qué es eso de metafísica? ¿Qué hace aquí la palabra metafísica en una exposición del espacio? Pues sucede que la palabra metafísica tiene en Kant dos sentidos muy claramente distintos. Hay en la palabra metafísica, dentro del vocabulario de Kant, una ambigüedad, un equívoco. Unas veces usa la palabra metafísica en un sentido, otras veces en otro. No quiero yo decir que en su raíz sistemática los dos sentidos de la palabra metafísica no estén perfectamente distinguidos. Pero sí es verdad que Kant, en la redacción de sus obras, era muy poco cuidadoso. Escribía con una gran rapidez y con poca atención y muchas veces usa las palabras después de haber dicho que no las va a usar; y muchas veces sucede que se confunden uno con otro los dos sentidos de la palabra metafísica. Pero si los tenemos bien en cuenta, no incurriremos en graves dificultades. El primer sentido que Kant da a la palabra metafísica es insólito. Porque Kant entiende por metafísica, en este primer sentido, el conjunto de aquellos conocimientos básicos que sirven de fundamento a la ciencia empírica de la naturaleza, que sirven de fundamento a la física, a las matemáticas. En este sentido, en el sentido de primeros principios de una ciencia, no es habitual la palabra metafísica antes de él. En cambio, el segundo sentido en el cual Kant usa la palabra metafísica es, sí, el sentido tradicional. En el segundo sentido, metafísica significa el conocimiento de aquellos objetos que no están en la experiencia: el conocimiento de aquellos objetos como Dios, la inmortalidad del alma, la libertad de la voluntad del hombre, que no están en la experiencia. Diremos: el conocimiento de las mónadas, que están detrás de la experiencia sensible; la demostración de la existencia de Dios, el cual, Dios, no es un objeto de experiencia, que está aquí, a la mano. En este sentido usa Kant la palabra metafísica como todos los metafísicos la han usado. Es el objeto de la verdadera realidad, de lo que verdaderamente existe. Es la contestación a nuestra pregunta, que viene desde la primera lección ¿quién existe? ¿Quién existe verdaderamente?