El problema consistirá, entonces, en mostrar cómo es posible que existan juicios sintéticos a priori; que condiciones tienen que darse para que sean posibles los juicios sintéticos a priori. Lo primero que hace Kant es mostrar que efectivamente las ciencias están constituidas por juicios sintéticos a priori; y lo muestra por el hecho, enseñándolos, exhibiéndolos. Así, por ejemplo, las matemáticas han pasado siempre por ser el prototipo de la «vérité de raison». Pero, la matemática ¿es juicio analítico? De ninguna manera. Tomemos un juicio matemático elemental, como éste, por ejemplo: la línea recta es la más corta entre dos puntos. Vamos a ver si es un juicio analítico. ¿Cuál es el sujeto? La línea recta. ¿Qué contiene la línea recta? Analicemos el sujeto línea recta. ¿Encontramos en el concepto de recta incluido algo que se parezca a la magnitud, a la cantidad? No. La línea recta significa una línea cuyos puntos están todos en la misma dirección, Si yo digo: la línea recta es una línea cuyos puntos están en la misma dirección, entonces habré dicho un juicio analítico. Pero sí digo que la línea recta es la más corta entre dos puntos, entonces, en el predicado pongo un concepto, el concepto de corto, concepto de magnitud, que no está de ninguna manera incluido en el concepto recta. Aquí, pues, tenemos un ejemplo patente de juicio sintético. Y ese juicio sintético: ¿no es además «a priori»? ¿Quién considera necesario medir con un metro la línea recta para ver si es la más corta entre dos puntos? ¿No es evidente, acaso? ¿No es esto lo que llamaba Descartes «natura simplex»? ¿No se ve por intuición que la línea recta es la más corta entre dos puntos? Pues, por consiguiente, esta intuición evidente es una intuición «a priori». No es una intuición sensible que tengamos por los ojos, por los oídos, sino que la tenemos mentalmente también. Esa intuición no es un análisis del concepto. Aquí tenemos, pues, un ejemplo claro en matemática de juicio sintético y a la vez «a priori». La física también está llena de juicios sintéticos «a priori». Cuando decimos en mecánica racional que en todo movimiento que se trasmite de un cuerpo a otro, la acción es igual a la reacción, ¿no es éste un juicio sintético? Evidentemente es un juicio sintético; y es «a priori», puesto que a nadie se le ocurre demostrarlo experimentalmente. La ley de inercia y las demás leyes del movimiento que Galileo concibió, ¿cómo las concibió? Pues como él mismo decía: «mente concipio». Apartó de sus ojos toda experiencia sensible y concibió con los ojos cerrados un espacio, un móvil en ese espacio y de esa pura concepción fue por pura intuición directa sacando las leyes del movimiento. ¿No son estos juicios sintéticos y al mismo tiempo «a priori»? ¿Y en la metafísica? ¿No son juicios «a priori» los que Descartes formula demostrando la existencia de Dios? ¿O es que Descartes y los demás que han demostrado la existencia de Dios, la inmortalidad del alma, han visto a Dios, han tenido experiencia de Dios? No la han tenido. Son juicios «a priori»; pero además son sintéticos, porque en la noción de parte, por ejemplo, o en la de causa, en la noción de que todo fenómeno tiene que tener una causa y que es preciso detenerse en esa serie de causas hasta llegar a Dios, ¿hay algún análisis del sujeto? No la hay. El análisis del sujeto nos llevaría más bien a afirmar la infinita serie de las causas. Por consiguiente en metafísica también tenemos juicios sintéticos «a priori». En matemática, en física, en metafísica, todo el conocimiento humano está realmente constituido por juicios sintéticos «a priori». Pero resulta que no se comprende cómo sean posibles los juicios sintéticos «a priori». ¿Cómo es posible que un juicio sea al mismo tiempo sintético y «a priori», es decir, obtenido por intuición, obtenido fuera del razonamiento discursivo, obtenido fuera del análisis conceptual, y al mismo tiempo «a priori», es decir, independiente de la experiencia? ¿Cómo puede ser eso? Es lo que no comprendemos. Entonces todo el libro de Kant, la Crítica de la Razón pura, está dispuesto en sus setecientas páginas para contestar a estas tres preguntas: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos «a priori» en la matemática?; ¿cómo son posibles los juicios sintéticos «a priori» en la física?; ¿son posibles los juicios sintéticos «a priori» en la metafísica? Vean ustedes la diferencia en las tres preguntas. La primera pregunta no duda de la posibilidad de los juicios sintéticos «a priori» en la matemática, puesto que existe la matemática. Ese es el hecho de que Kant parte. Se trata, pues, tan sólo de buscar las condiciones en que tiene que funcionar el acto humano del conocimiento para hacer posibles los juicios sintéticos «a priori», que son posibles puesto que son reales en las matemáticas, que están ahí. Lo mismo la segunda pregunta. ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos «a priori» en la física? Kant no duda de que sean posibles puesto que existe la física de Newton. Lo que falta es ver, descubrir cómo tiene que funcionar el acto lógico del conocimiento, cuáles son las condiciones de ese acto del conocimiento, para que sean posibles esos juicios sintéticos «a priori» en física, que son posibles, puesto que la física existe. Pero la tercera pregunta es muy distinta. La metafísica es una ciencia discutida. Es una ciencia que cada vez que viene un filósofo al mundo la vuelve a hacer desde el principio. Es una ciencia donde ninguna verdad está establecida como en las matemáticas. Es una ciencia de la que se duda que pueda existir, como duda Hume, por ejemplo. Se duda por algunos de que sea cierta. Por consiguiente aquí la pregunta no podrá consistir en cómo sean posibles, sino en si son posibles, es decir, si esos juicios son legítimos. Si resulta que son legítimos, entonces se estudiará cómo son legítimos y si resulta que no son legítimos, entonces, o no hay metafísica o la metafísica tiene que tener forzosamente un fundamento que no sea el que hasta ahora ha venido teniendo. A contestar esas tres preguntas acerca de las posibilidades de los juicios sintéticos «a priori», está destinada toda la filosofía de Kant.