Verdades de hecho y verdades de razón

Así, pues, el punto de partida de Leibniz es este punto céntrico, desde las primeras líneas del libro que dedica a refutar a Locke. Locke había escrito Ensayos sobre el entendimiento humano; Leibniz leyó ese libro, lo estudió a fondo y luego redactó unas notas que se publicaron, con el título de Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, después de la muerte de Locke. Las primeras líneas de este libro comienzan ya desde luego planteando el problema en su punto céntrico: distinguiendo verdades de razón y verdades de hecho. El conocimiento humano se compone de unas verdades que llamamos «de razón» y de otras verdades que llamamos «de hecho», «vérités de fait; vérités de raison». ¿En qué se distinguen unas de otras? Las verdades de razón son aquellas que enuncian que algo es de tal modo, que no puede ser más que de ese modo; en cambio las verdades de hecho son aquellas que enuncian que algo es de cierta manera, pero que podría ser de otra. En suma, las verdades de razón son aquellas verdades que enuncian un ser o un consistir necesario; mientras que las verdades de hecho son aquellas verdades que enuncian un ser o un consistir contingente. El ser o el consistir necesario es aquel ser que es lo que es, sin que sea posible concebir siquiera que sea de otro modo. Así el triángulo tiene tres ángulos y es imposible concebir que no los tenga; así todos los puntos de la circunferencia están igualmente alejados del centro y es imposible concebir que sea de otro modo. En cambio si decimos que el calor dilata los cuerpos, es así: el calor dilata los cuerpos; pero podría ocurrir que el calor no dilatase los cuerpos. Las verdades matemáticas, las verdades de lógica pura, son verdades de razón; las verdades de la experiencia física son verdades de hecho; las verdades históricas son verdades de hecho. Corresponde esta división netamente a la división que hacen los lógicos entre juicios apodícticos y juicios asertóricos. Juicios apodícticos son aquellos juicios en donde el predicado no puede por menos de ser predicado del sujeto, o dicho de otro modo, en donde el predicado pertenece necesariamente al sujeto, como cuando decimos que el cuadrado tiene cuatro lados. Todas las proposiciones matemáticas son de este tipo. Juicios asertóricos, en cambio, son aquellos juicios en donde el predicado pertenece al sujeto; pero el pertenecer al sujeto no es de derecho sino de hecho. Pertenece al sujeto, efectivamente, pero podría no pertenecer, como cuando decimos que esta lámpara es verde. Que esta lámpara es verde, es algo que es cierto; pero es una verdad de hecho, porque podría ser rosa igualmente. El problema que se había planteado Locke, era el problema del origen de las ideas, del origen de las vivencias complejas. Ese problema se plantea también Leibniz, pero partiendo de esta distinción: verdades de hecho, verdades de razón. Y en primer término las verdades de razón. Las verdades de razón, ¿pueden ser oriundas de la experiencia? En manera alguna. ¡Cómo van a ser las verdades de razón oriundas de la experiencia! Si las verdades de razón fuesen oriundas de la experiencia, serían oriundas de hechos, por que la experiencia son hechos. Y si fueran oriundas de hechos, las verdades de razón serían verdades de hecho; es decir, no serían razón, no serían verdades de razón; serían tan contingentes, tan casuales, tan accidentales como son las mismas verdades de hecho. Por consiguiente, es inútil pensar siquiera que puedan las verdades de razón originarse en la experiencia.