Después de Locke el problema cae íntegramente en las manos del gran filósofo inglés obispo Berkeley. Berkeley introduce en el pensamiento filosófico de Locke una modificación de importancia capital; la introduce empujando, con entera consecuencia, a otros resultados más profundos, el método del análisis psicológico. El psicologismo de Locke (que es todavía relativamente tímido, porque está limitado y contenido por la metafísica cartesiana, que le sirve siempre de base) es empujado por el obispo Berkeley a extremos que rompen ya por completo los moldes de la metafísica cartesiana. El psicologismo de Locke había respetado la substancia de Descartes en su forma de substancia pensante, substancia extensa y Dios. En cambio el obispo Berkeley ataca directamente ese concepto de substancia extensa, de materia. La distinción hecha por Locke entre cualidades secundarias y cualidades primarias lo lleva a negar objetividad a las cualidades secundarias, pero a seguir concediendo plena existencia en sí y por sí a los cuerpos materiales, como substancia extensa. Pues bien: el obispo Berkeley no comprende (y tiene razón) cómo y por qué privilegia Locke estas cualidades primarias y al carácter de puras vivencias del yo les añade además el de ser reproducciones fieles de una realidad existente en sí y por sí, fuera del yo. No lo comprende el obispo Berkeley ni lo comprendo yo. No tiene fundamento, porque si el sabor y el color son vivencias y como puras vivencias no tienen otra realidad que la de ser vivencias, «mis» vivencias, del mismo modo la extensión, la forma, el número, el movimiento, son también vivencias, exactamente lo mismo, iguales vivencias; y como tales vivencias no hay en ellas ninguna nota que nos permita trascender de ellas como vivencias para afirmar la existencia metafísica en sí y por sí de las cualidades que ellas mentan. Consecuente con el psicologismo, el obispo Berkeley descubre en todas las llamadas ideas el mismo carácter vivencial; y como todas ellas son vivencias, ninguna de ellas me puede sacar de mí mismo y trasladarme a una región de existencias metafísicas en sí y por sí.