Las ideas innatas

Pues bien: Locke emplea la palabra «idea» en este mismo sentido general con que Descartes emplea la palabra «cogitatio». Locke parte de una distinción que había hecho Descartes entre las ideas. Descartes había distinguido tres grupos de ideas: unas que él llamaba adventicias; otras que llamaba ficticias, y otras innatas. Las ideas adventicias son las que sobrevienen en nosotros puestas por la presencia de la realidad externa; las ideas ficticias son las que nosotros mismos, por medio de nuestra imaginación, formamos en el alma; las ideas innatas son las que constituyen el acervo propio del espíritu, de la mente, del alma; son las que están en el alma sin que las haya puesto ninguna cosa real. ni hayan sido formadas por nuestra imaginación. El punto de partida de Locke consiste: primero, en negar que en nuestra alma haya ninguna idea innata; segundo, en preguntarse: ¿cuál es el origen de las restantes ideas? Si no hay en el alma ninguna idea innata; si el alma es semejante a un papel blanco, «white paper», o como han traducido sus traductores latinos, una «tabla rasa» en la cual nada está escrito. y todo viene a ser escrito posteriormente por la experiencia; si no hay, pues, ideas innatas, el problema que se plantea es el de cuál sea el origen de las ideas; y este es el problema que Locke trata con mayor profundidad.