Y vamos a suponer que consigue sacarlas, que consigue salir de la prisión del yo y llegar a la realidad de las cosas. Esta será siempre una realidad derivada; nunca será una realidad primaria. De modo que he aquí una serie de condiciones que el idealismo nos impone y que son extraordinariamente difíciles. La filosofía empieza a ser difícil. Ahora es cuando la filosofía empieza a ser difícil; porque ahora es cuando la filosofía, por necesidad histórica y no por capricho, se ha vuelto de espaldas al sentido común; se ha vuelto de espaldas a la propensión natural y nos invita a realizar un ejercicio acrobático de una extrema dificultad, que consiste en pensar las cosas como derivadas del yo. He aquí a lo que llegamos con la nueva tesis del idealismo; el problema más tremebundo y más difícil. ¿Cómo lo vamos a resolver? Por de pronto vamos a escuchar reverenciosamente las soluciones que se han dado. A partir de Descartes, la filosofía moderna no ha hecho sino pensar sobre ese problema: ¿cómo sacaremos el mundo exterior del pensamiento y del yo?, ¿cómo extraeremos el mundo exterior del pensamiento? A ese problema fundamental del idealismo moderno, las soluciones que se han dado son muchas. Pueden agruparse en dos grandes grupos: primero, el grupo de las soluciones psicológicas, que consiste en investigar el alma humana, sus leyes internas, por introspección, y ver cómo el alma humana agencia sus pensamientos para de ellos extraer la creencia en el mundo exterior. Principalmente han sido los ingleses los que han desarrollado esta solución psicologista. Frente a ella hay otro grupo de soluciones que llamaremos lógicas. Estas soluciones intentan fundar la objetividad de la realidad y de las cosas sobre leyes del pensar mismo, del pensar racional, lógico. Esta solución logicista o epistemologista –teoría del conocimiento– la encontraremos desarrollada especialmente en Alemania. Podemos simbolizar en dos nombres los dos puntos de vista contrarios: Hume, en Inglaterra, explicará el mundo de las cosas exteriores como producto de las leyes psicológicas de nuestra alma; Kant, en Alemania, explicará el mundo de la realidad sensible como resultado o producto de las leyes de síntesis lógica de nuestro pensamiento. Pero en uno y en otro advierten ustedes ya que las palabras «ser» y «pensamiento» tienen ahora una significación completamente distinta de la que tuvieron para Parménides, Platón y Aristóteles.