Cuando en la actitud de la intuición el filósofo pone principalmente en juego sus facultades intelectuales, entonces, tenemos la intuición intelectual. Esta intuición intelectual tiene en el objeto su correlato exacto. Ya saben ustedes que todo acto del sujeto, todo acto del espíritu en su integridad, se endereza hacia los objetos, y el acto del sujeto tiene entonces siempre su correlato objetivo. El correlato objetivo, cuando la intuición es predominantemente intelectual, consiste en la esencia del objeto. La intuición intelectual es un esfuerzo por captar directamente, mediante un acto directo del espíritu, la esencia o sea lo que el objeto es. Pero hay además otra actitud intuitiva del sujeto, en donde predominantemente actúan motivos de carácter emocional. Esta segunda especie de intuición, que llamamos intuición emotiva, tiene también su correlato en el objeto. El correlato, a que se refiere en intencionalidad la intuición emotiva, no es ya la esencia del objeto, no es ya lo que el objeto es, sino el valor del objeto, lo que el objeto vale. En el primer caso la intuición nos permite captar el «eidos», como se dice en griego, la esencia o la consistencia, como suelo yo decir en un lenguaje más propio mío, la consistencia del objeto. En el segundo caso, en cambio, lo que captamos no es lo que el objeto es, sino lo que el objeto vale, es decir, si el objeto es bueno o malo, agradable o desagradable, bello o feo, magnífico o mísero. Todos estos valores que están en el objeto son captados por una intuición predominantemente emotiva. Y hay una tercera intuición en donde las motivaciones internas del sujeto, que se coloca en esa actitud, son predominantemente volitivas. Esta tercera intuición en donde los motivos que chocan son derivados de la voluntad, derivados del querer, tienen también su correlato en el objeto. No se refiere ni a la esencia, como la intuición intelectual, ni al valor, como la intuición emotiva. Refiérese a la existencia, a la realidad existencial del objeto. Por medio de la intuición intelectual propende el pensador filosófico a desentrañar lo que el objeto es. Por medio de la intuición emotiva propende a desentrañar lo que el objeto vale, el valor del objeto. Por medio de la intuición volitiva, desentraña, no lo que es, sino que es, que existe, que está ahí, que es algo distinto de mí. La existencia del ser se descubre al hombre mediante un tipo de intuición predominantemente volitiva.