Terminar con cierto esplendor, cierta
gracia o hilo que
llevara sin tropiezos de la palabra
cuando arde y lo amado
es víctima del apartamiento
de sí. Un niño
corrige a los muertos y es preciso
que la duplicidad de la conciencia
no lastime a la rosa amarilla.
¿En qué tierra el exilio continúa? Oh, luz,
Que fue como ausencia de lazo. El surco
conduce a fantasmas,
al petirrojo con síntomas de tarde, al
olor de todo en nada, como
el que mataron y mataron. La luz raspa
al que mataron y mataron. El mundo era
una muchacha herida para el que
mataron y mataron. Lo
mataron y mataron. El brillo
de la potencia decae y no hay padre.
Hay el que mataron y mataron cerca
del gran silencio general. Eso
es un vicio de forma, una
confesión que manosea la noche
salpicada por los asesinos. Son
las siete del dolor. Cómo
pasan las horas. Cómo pasa
el espanto quemado.