El poema escrito en el ron
no es igual al poema escrito con ron.
Dígotelo, Cayo,
para que abandones esas costumbres
lamentables y caribeñas.
¿El vino no te basta?
¿El sol gasta en vano energías
para dorar los viñedos?
Debieras pensar en los trabajos del sol,
que todos los días sale
con ese propósito principal.
Y luego:
esos ritmos que revuelven tus versos
no son latinos, ni
aspirar pueden a ninguna memoria
o inmortalidad. Es cierto
que Darío mojaba su musa en ése
y otros alcoholes secundarios, y que así
lo hacía Martínez Rivas, pero
eso ha de ocurrir en Nicaragua
dentro de veinte siglos. Ocúpate
del carpe diem,
convídame.