EL PERRO

El poema no pide de comer. Come

los pobres platos que

gente sin vergüenza o pudor

le sirve en medio de la noche.

La palabra divina ya no existe. ¿Qué puede

hacer el poema, sino

contentarse con lo que le dan?

Después aullará por ahí

sin respuesta, será

otro perro perdido

en la ciudad impiadosa.