NOTA AL PIE DE «LA LLAVE DEL GAS»

La mujer del poeta se enojó

con el poema «La llave del gas».

No ve por qué la metapalabra de la palabra,

o la ambigüedad de la palabra,

o las heridas que la palabra produce,

puede impedir a cualquiera

saber dónde está la llave del gas y

cómo se cierra y abre. Tiene razón.

El poeta está en error porque

la llave de la palabra, digamos, ni se cierra

ni se abre, y hasta pretende que ni existe,

y menos su metapalabra, ambigüedad heridora o vacío.

La realidad de la cocina tranquiliza,

hay llaves que se cierran, se abren, funcionan

cumpliendo la función de demostrar

que hay cosas que se cierran y se abren,

y suenan desde ayer en mi cabeza

que no puedo cerrar.