LA LLAVE DEL GAS

La mujer del poeta está

condenada a leer o a escuchar los

versos del poeta que humean

recién sacados del alma, Y más:

la mujer del poeta

está condenada al poeta, a ése

que nunca sabe dónde

está la llave del gas y finge

que pregunta para saber

cuando sólo le importa preguntar

lo que no tiene respuesta.