El cheque cuantifica
el precio del libro de poesía,
no el de la poesía de ese libro;
el número de compradores del libro,
no el de lectores de esa poesía;
y en términos de la libertad de mercado
(suponiendo que algo así existe),
cuál es el mercado de la libertad
poética (suponiendo que algo así existe).
El infierno hablador finge
que los poetas se salvan
en la mañana ensimismada. Un hombre
sentado en la calle mendiga
con un sombrero en el suelo, la mano
ni la usa ya, rayo muerto.
El asombro come de estos desastres.
¿Quién paga los derechos del velero
que escribe adiós
en la tarde que no puede volver?