LA HISTORIA Y POETAS

La respiración del lenguaje establece

la sucesión de miserables

morales. Los otros, ya se sabe:

sus silencios no cierran nunca

y dan vuelta la esquina

con bocas que no sueñan. Los morales,

legales y dudosos, hablan

pesadillas sin fin.

El distraído pide algo

que no haga pensar.

En la distancia entre él y él mismo

suceden desgracias de la lengua.