CONVERSANDO CON EDUARDO MILÁN

Lo que se pudre bien

podrido está. Gobiernos, poderes

económicos, eclesiales, políticos,

militares, académicos, artísticos, y

el precio de saberlo.

En la piel se agria el aire

de mi vecino rengo. «Adiós», me dice,

«adiós», y en la jaula del día

hay una descripción de mí mismo

diciendo adiós. Es el momento

de la cortesía entre compañeros de viaje.

Un árbol calla en la mitad del arrabal.

¿Sabe cómo usar la furia con arte?

Esta miseria, este completamente,

esta conciencia que ni sirve

para envolver café

y a pié por las palabras.