La que pasa la puerta a cada instante
habita en lo que no tiene.
En ella ha muerto la ciudad.
Arrastra su cólera como un vestido
y el sacrificio aceptado.
El mundo complementario acecha
y desaparece, no busca
nido, ni pasión en ella.
La busca a ella.
Se conoce en lo que desconoce y
mañana no será otra.