La mañana lustrosa sube
por los techos de la ciudad
con mucha fiebre hoy. La mujer
del niño en la espalda tiene
una mano donde empieza la ausencia
de otros y el cielo
provincial se agolpa allí.
Esa mano parece
un vacío agrietado por la rapidez.
Es del tamaño de lo que no sucede
y se le posa una mosca ahora
más real que la calle
por donde la mujer se va y
su mano queda
sellando el aire.