Los militares llamaban El Vesubio a
un campo de concentración situado
a pocos metros de la autopista General Richieri.
Así lo bautizaron por
la columna de humo negro que
subía de compañeros mezclados
con fuego de neumáticos. Los
que fueron, alegres mataban
la alegría del aire. Las bestias
desorganizan los misterios y crean
el misterio de la iniquidad.
Hay momentos en que la vida es
una bruma que no se puede navegar.
El fracaso del corazón cae en la tarde como
un pájaro olvidado del vuelo.
Ese no ser se parece a la noche
que orina mi alma.