Cuando un poeta se posa sobre el mundo lo desplaza.
Cuando el pájaro muere, ¿qué pasa?
A lo mejor le falló el corazón por instalar su levedad en el suelo.
O tenía la memoria cargada con cada vuelo que voló.
En el café Colón de Malabia y Corrientes
los parroquianos conocen la lentitud del tiempo,
el dolor del cariño, la ficción de ser otra cosa, la mesa
donde Joseph se para y dice que el exilio fue hoy,
que no hay espanto mayor que el de animal recorriendo su cueva,
que pesan hoscamente los que cayeron combatiendo y que
no hay heridas, sino una gran herida que nadie puede cerrar.
¡Habráse visto!
¡Como si el pájaro no corriera las cortinas del cuarto
para que entrase el sol!
¡El sol de nada, la huella infinita de la piedra
en cada pobre de amor!
Tendrías que haberte quedado más aquí,
Joseph o cosmos descuidado,
a la intemperie de costumbre.
No se arrancó el país y yace
lleno de entender todo.