VLADIMIR VISSOTSKI

Vivió de rabia de país y

murió de eso. Una mujer o algún olvido

lo hizo desafinar y en la nota perdida

cae la lluvia que moja

a los pájaros roncos. Se piensa

tanto y la rabia corta

diamantes que caen

en ninguna noche. Él apretaba

en la garganta la jota de jamás

para que le saliera amas a un país

de pesadillas pegadas.

En el umbral brilla

la pregunta que se deshace.

La rabia come todo, la tinta

del dolor que no sabe quién es.

¿A dónde fue el niño

mirado en un gorrión? En el tabaco se ven

sombras fusiladas.