Vivió de rabia de país y
murió de eso. Una mujer o algún olvido
lo hizo desafinar y en la nota perdida
cae la lluvia que moja
a los pájaros roncos. Se piensa
tanto y la rabia corta
diamantes que caen
en ninguna noche. Él apretaba
en la garganta la jota de jamás
para que le saliera amas a un país
de pesadillas pegadas.
En el umbral brilla
la pregunta que se deshace.
La rabia come todo, la tinta
del dolor que no sabe quién es.
¿A dónde fue el niño
mirado en un gorrión? En el tabaco se ven
sombras fusiladas.