RUEDAS

Una nena sentada en el piso llora

con una mano sobre sus ojos.

Los cierra para ver

lo que estaba viendo. ¿Acaso

no miraba jardines? ¿No

los pájaros de su boca nueva que

alrededor de su habla mueven

las horas, las desdichas, los miedos?

Ella llora con una rueda en la garganta

que gira contra el deseo y con

restos de oscuras órdenes. Hay

que envolverte ahora

con la luz que seas.

Esa luz tiene horizontes que ninguno ve,

como fulgor en un borde casual del viaje.

[a Andreíta]