EL SOPLO

No se vive todos los días,

dijo el que fabrica juguetes.

Es decir: las casas bajas

y las flores rojas de Colima

aclaran una noche que nunca será.

Y nosotros, ¿qué hacemos?

¿Con nuestra ceguera que oye

el sonido del ojo al caer?

Una criatura canta

con el furor al cuello. Es

la sobremesa de la muerte,

repleta de pensamientos caídos

en compañeros de la desolación.

Cuidado con el país que existe.

Cuidado con el país que no existe.

Duerme en el soplo que

resplandece oscuro.