OLORES

Comemos y nos cuidamos. ¿Quién

nos cuida la desesperación? A veces

la voluntad se tierniza y piensa

este mundo como una

ilusión favorable. A condición

de que se queden los pies,

de que los buques no lastimen.

Ésta debe ser una tristeza urbana.

Los edificios no dialogan y

el cansancio silba. Niños

piden limosna y no huelen

a gardenia. Allí, secos.