VIAJES

Va a sus versos como quien va a su cueva.

Penélope nunca

le tejerá un pullóver y menos

se lo destejerá. Él

no tiene urgencias argivas.

Los amores de Príamo y Arisbe

lo tienen sin cuidado y aun así

escucha címbalos y otras

aventuras aéreas

como un destiempo, un deslugar.

La luz de las estrellas lo toca

por ajena casualidad del universo.

De él caen hojas secas

que contempla con estupor.

Está desnudo y tiembla. No hay

justicia afuera y él

busca lo que no es.