BINTA
El enamorado
es a la que se entrega venciendo,
A ésa, a la que yo quiero,
no es a la que se da rindiéndose,
a la que se entrega cayendo,
de fatiga, de peso muerto,
como el agua por ley de lluvia.
hacia abajo, presa segura
de la tumba vaga del suelo.
A ésa, a la que yo quiero,
es a la que se entrega venciendo,
venciéndose,
desde su libertad saltando
por el ímpetu de la gana,
de la gana de amor, surtida,
surtidor, o garza volante,
o disparada —la saeta—,
sobre su pena victoriosa,
hacia arriba, ganando el cielo.
El poema es de Pedro Salinas y Eric lo ha leído poco a poco en clase de literatura. Le temblaban las manos y me miraba con el rabillo del ojo. Luego me ha sonreído y todos se han dado cuenta de que «ésa» era yo.
Me he emocionado.
Eric ha estado buscando y descartando poemas hasta tropezar con uno que hablara de mí, de nosotros. Y ha declarado delante de todos que me quería.
La profesora de literatura, que es muy seca, se ha quedado sorprendida del acierto de Eric. Ha dicho que Pedro Salinas era el poeta de los sentimientos y del amor y que nosotros podíamos entenderlo.
Naturalmente que lo he entendido. Una vez nos ha explicado qué era una saeta y una garza, ya no ha sido necesario añadir nada más.
Me he quedado flotando en una nube. Eric me ofrecía su mano blanca y ambos sobrevolábamos la ciudad mientras él me susurraba al oído, sólo para mí,
A ésa, a la que yo quiero,
es a la que se entrega venciendo,
venciéndose.
Estoy enamorada.