INTRODUCCIÓN

Este último tratado de nuestro volumen es un rechazo, siguiendo un tópico tradicional sobre la amistad, a la posibilidad de mantener una verdadera amistad con varias personas, cuando ya es difícil encontrar un amigo verdadero. Por eso, la Antigüedad habla sólo de parejas de amigos, como Aquiles y Patroclo, etc., pues, en resumen, el amigo no puede ser producto de la casualidad, debe sernos provechoso y nosotros a él, debe compartir nuestros amigos y enemigos, y, por último, la amistad se basa en la igualdad de los caracteres y formas de vida, por lo que, si uno quiere tener abundancia de amigos, tendría que ser, como el dios marino Proteo, capaz de transformarse y adquirir diversas formas según la persona de la que uno quisiera ser amigo.

Brokate (cf. Bibliografía), que analiza también este tratado, piensa que, para los capítulos 1 al 7, Plutarco se sirvió de una fuente y que los capítulos 8 y 9 formarían la parte original de Plutarco, basándose precisamente en los capítulos 6 al 10 del Cómo distinguir a un adulador de un amigo. K. Ziegler (cf. Bibliografía) cree que esta tesis de Brokate no es segura, pero sí se puede mantener que, en este tratado, hay claras influencias peripatéticas y no pocas relaciones con la Ética a Nicómaco de Aristóteles, tomadas posiblemente las dos de una fuente en la que hubieran concurrido ambos pensamientos.

Este tratado no aparece recogido en el llamado «Catálogo de Lamprías».