INTRODUCCIÓN

El término griego prokopé que emplea aquí Plutarco para indicar «progreso» es el que los filósofos estoicos empleaban para significar el progreso moral. Contra esta escuela filosófica escribe Plutarco este tratado, sobre todo contra su doctrina de que sólo el hombre sabio es virtuoso y que la virtud es una adquisición que no admite grados previos, por lo que si un hombre no es perfecto importa poco el estado de su imperfección y si sus defectos son grandes o pequeños. Se trata, pues, de demostrar a su amigo romano Sosio Senecio, por dos veces cónsul en la época de Trajano, que el progreso en la virtud es gradual y que uno puede ser consciente del mismo.

Comienza Plutarco atacando a los estoicos porque intentan que los hechos se ajusten a sus doctrinas en lugar de hacer que éstas se adapten a aquéllos. En la maldad, como en la perfección, continúa, existen estadios. Por ejemplo, la injusticia de Arístides no es la misma que la de Fálaris, ni la arrogancia de Platón la misma que la de Meleto. Uno puede luchar contra el mal, y, a la vez, ir viendo sus progresos en la virtud y el camino que le queda por recorrer. De este camino y de los progresos que uno va haciendo existen una serie de señales e indicios que podemos resumir así: si uno siente dejar los estudios de filosofía por otras ocupaciones; si no se deprime y duda muy a menudo en los comienzos de estos estudios; si se mantiene firme a los ataques y las burlas de enemigos y amigos por los propios defectos; si se siente atraído por la moral; si no se deja llevar por la ira; si se conforma con la propia conciencia del bien realizado; si incluso busca la censura de los propios defectos; si sabe dominar las emociones; si desea imitar y ponerse como ejemplo a los mejores; si desea comunicar sus progresos en la virtud a los demás, familiares y amigos, y, por último, si no se descuida en lo que pueden parecer pequeños detalles, sino que desea construir su vida con los materiales más nobles. Si todo esto es así, entonces estaremos haciendo progresos en la virtud.

Brokate (cf. Bibliografía), tras un análisis de los 17 capítulos en que está dividido el tratado, llega a la conclusión de que los capítulos 3, 4, 5, 6, 7 y 10 los ha tomado Plutarco de otros autores, mientras los demás son obra suya. Así, entre los capítulos 10 y 14 no hay relación alguna, y en los capítulos 14 y siguientes se encuentran una serie de frases que no se corresponden entre sí. A su vez, Siefert (cf. Bibliografía) demuestra que de los capítulos 11 al 13 y del 14 en adelante hay muchas cosas que Plutarco tomó de otros libros suyos, por lo que lo habría escrito después de De tranquilitate animi, De virtute et vitio y De virtute morali, mientras G. Hein (cf. Bibliografía) piensa que el tratado es anterior, también, a De audiendo y a De se ipsum cifra invidiam laudando.

En el llamado «Catálogo de Lamprías» este tratado está recogido con el número 87.