Prólogo

El Rey del Verano se arrodilló ante ella y le preguntó:

—¿Es eso lo que eliges libremente? ¿Arriesgarte al frío del invierno?

Ella miró al joven del que se había enamorado hacía unas semanas. Jamás le había pasado por la cabeza que fuera otra cosa que humano, pero ahora la piel le resplandecía como si hubiera luces parpadeando bajo su superficie, y resultaba tan extraño y hermoso que no podía apartar los ojos de él.

—Eso es lo que quiero —dijo.

—¿Eres consciente de que, si no resultas la elegida, sufrirás el frío de la Reina del Invierno hasta que la próxima mortal se arriesgue a lo mismo que tú? ¿Y que tendrás que advertirle que no confíe en mí? —Se detuvo, mirándola angustiado. Ella asintió—. Si la próxima me rechaza, tú tendrás que prevenir a la siguiente y a la siguiente —continuó él—, y hasta que una me acepte, no te librarás del frío.

—Soy consciente de ello.

La joven le sonrió del modo más tranquilizador que pudo, y después se dirigió al arbusto de espino. Las hojas le rozaron los brazos cuando se inclinó y rebuscó bajo la mata.

Sus dedos se cerraron sobre el bastón de mando de la Reina del Invierno. Era muy sencillo, y la madera estaba gastada, como si incontables manos lo hubieran aferrado. La joven no quiso pensar en aquellas manos, las de las chicas que habían estado antes en aquel mismo lugar.

Se incorporó, esperanzada y temerosa.

Él se le aproximó por detrás. El susurro de los árboles se volvió casi ensordecedor. El brillo de la piel y el cabello del chico se intensificaron. La joven vio delante de ella la proyección de su propia sombra.

—Por favor. Permite que sea ella la elegida… —murmuró Keenan.

Ella alzó el báculo de la Reina del Invierno y aguardó expectante. Por un momento creyó que lo había logrado pero, de pronto, el hielo la atravesó y la invadió como si miles de fragmentos de cristal corriesen por sus venas.

Gritó su nombre:

—¡Keenan!

Fue hacia él trastabillando, pero el joven retrocedió; ya no resplandecía, ya no la miraba.

Un segundo después ella se quedó sola, con un lobo por única compañía, a la espera de explicarle a la próxima chica que era una locura amar a Keenan, confiar en Keenan.