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El Isirjin Ziaspraide sobrevoló Frayness y, mientras todo el mundo salía para mirar, un bote descendió al lago Tanglewillow y depositó a Jantiff frente a la puerta de su casa.

—Jantiff, ¿qué significa todo esto? —dijo su padre con voz entrecortada.

—Nada de particular —respondió Jantiff—. Es posible que entre al servicio del Conáctico, y por este motivo se me concedió el privilegio de ser transportado hasta casa. Después te lo contaré todo, y te aseguro que hay muchas cosas que contar.

Una mañana, transcurridos dos meses, unos acordes anunciaron la presencia de un visitante. Jantiff fue a la puerta y la abrió. Una muchacha rubia y esbelta se erguía en el porche. La voz de Jantiff se estranguló en su garganta. Sólo consiguió dibujar una sonrisa estúpida.

—Hola, Jantiff —dijo la muchacha—. ¿Te acuerdas de mí? Soy Glisten.