Fui violada por mi padre a los 12 años. Me sacó la virginidad el desgraciado. Se armó un lío muy serio en mi casa. Entonces mi mamá me llevó a la casa de unas tías. Allí me hicieron trabajar de sirvientita. Luego de un tiempo, cuando tenía 15 años, me trajeron a Buenos Aires a trabajar de sirvienta. Cómo lloré, cómo extrañaba… Pero aquí estoy. Nunca le conté a nadie de la violación. La única que lo sabía era mi mamá, que ya se murió. Pasó tanto tiempo… pero me acuerdo muy bien. De eso nunca nadie se olvida. (Teresa, 52 años).