EL PUDOR AL DESNUDO: ABUSO SEXUAL DE NIÑAS Y NIÑOS[32]
Un cumpleaños infantil. El animador invitó a Marita a sentarse sobre sus rodillas. Mientras todos los niños entonaban una canción, él tocaba los genitales de la nena por debajo de la remera.
¿Puede considerarse que este es un caso de abuso sexual? Entendemos que sí, porque cumple con las siguientes premisas: es una conducta sexual explícita realizada por una persona adulta contra un menor mediante engaño, seducción, extorsión, intimidación y/o fuerza.
El abuso suele manifestarse en formas de contacto íntimo que no son deseados por los niños: caricias, manoseos en el cuerpo y/o en los genitales, obligarlos a desnudarse, forzarlos a que toquen los genitales del abusador para masturbarlo, hacerles decir palabras obscenas y, en casos extremos, penetrarlos. Estas acciones se pueden dar en un clima de seducción, aunque muchas veces incluyen la fuerza física, los insultos, los golpes, la intimidación y la amenaza a la integridad e los niños y/o la de sus allegados (padre, madre, hermanos). El abusador es en la mayoría de los casos una persona adulta conocida del menor: maestro, instructor, profesor, sacerdote, portero de la casa, la escuela o el club, vecino, médico, psicólogo, enfermera. También pueden ser compañeros de la escuela, de los campos de recreación, de los gimnasios. En estos casos es habitual que se obligue al menor a guardar el secreto de estos actos, sacando provecho de su vulnerabilidad, indefensión y dependencia emocional.
El hecho de que los ofensores sean personas próximas y en quienes los menores confían le otorga a este tipo de violencia un dramatismo extremo. La sociedad en general tiene grandes dificultades para reconocer el abuso y para hablar de él porque es realizado, precisamente, por las personas que tienen la función de protección de quienes son sus víctimas. De hecho, se realizan más hechos de violencia sexual contra niños y adolescentes de los que la gente piensa. A partir de diferentes estudios realizados en los Estados Unidos, citados pro Alexander O’Neill (1985). (Brownmiller, Swift y otros), rescatamos algunos puntos relevantes en lo que hace a las características del abuso dentro y fuera de la familia:
En nuestro país, la Unidad de Violencia Familiar del Hospital de Niños Pedro Elizalde de Buenos Aires reporta que entre 1988 y 1991 las consultas por abuso sexual representaron el 18% del total de casos atendidos, siendo el promedio de edad los 7 años. En 1992, las consultas por abuso sexual ya constituyeron casi el 42%, y el promedio de edad fue de 6 años.
El Hospital Municipal de Niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires registra que de 462 casos con diagnóstico presuntivo de Síndrome de Maltrato Infantil[33] (desde agosto de 1988 hasta abril de 1992), un 76, 6% fueron confirmados y de ellos un 37% fueron objeto de abuso sexual, 23% de abuso físico, 19% de negligencia, 12% de formas combinadas de maltrato y 9% de abuso emocional.