Como evitar o atenuar el impacto

El número de menores que han dado cuenta de que son o fueron abusados sexualmente es inferior al de los que jamás lo denuncia. Las consecuencias psicológicas y sociales a corto, mediano y largo plazo requieren una intervención preventiva que actúe sobre los riesgos físicos y psíquicos que ocasionan los hechos abusivos. Es conveniente que las actividades preventivas se desarrollen en los lugares a los que los niños y los adolescentes concurren para su atención (hospitales, salas de primeros auxilios, centros barriales, etc.). También conviene que sean llevadas a cabo en los sitios en los que los niños se reúnen (escuelas, clubes, campos de deportes, etc.).

Existen una serie de factores que aumentan la vulnerabilidad de los niños frente a los comportamientos abusivos (incesto, abuso sexual, maltratos físicos y emocionales). (González y otros, 1993).

En relación con la detección y prevención de la violencia sexual sería deseable que las personas mayores que habitualmente están con los chicos —padres, maestros, instructores, profesores, médicos, psicólogos— se informen sobre:

Esta información, a cargo de los adultos, actúa preventivamente en la medida en que se centra en la realidad de los niños, esto es, en lo que ellos necesitan saber según su edad sobre el funcionamiento del cuerpo, los distintos aspectos de la sexualidad humana y los comportamientos sexuales adecuados entre las personas. Ellos deben saber que tienen derecho a la privacidad en los hábitos cotidianos básicos —bañarse, vestirse, dormir—. También deben aprender a diferenciar los acercamientos afectivos y confortables con los mayores de aquellos intrusitos y perturbadores. Los niños deben saber también que ningún adulto tiene permiso para tocarlos, acariciarlos o besarlos de forma que los haga sentir incómodos. Aún frente a un médico será necesaria la presencia de otro adulto que acompañe al menor para aliviarlo si se siente perturbado en una revisación médica. Existen otros factores fundamentales a tener en cuenta en lo que hace a la prevención de comportamientos abusivos. Se debe ayudar a los chicos a confiar en sus propias percepciones y sentimientos de incomodidad o perturbación. Este apoyo, radicalmente opuesto al mecanismo de desmentida («Te habrá parecido»), los ayudará a poder decir «no» y/o a poder contar a los adultos confiables si una persona se les acerca de una manera que ellos perciben como incómoda e inapropiada. Mediante la información y el apoyo para el reconocimiento de lo perturbador, los niños y los jóvenes podrán lograr la fortaleza que necesitan para enfrentar y resolver los problemas relacionados con un posible abuso. Seguramente, a partir de esto, adquirirán las habilidades necesarias como para encontrar recursos personales que los presenten menos vulnerables a los ataques sexuales.

Sería deseable que todas las instituciones de la comunidad ofrezcan información sobre los Derechos del Niño. A partir de esta información podrán, en conjunto, diseñar programas educativos y armar redes de contención y reflexión sobre esta problemática. De esta forma será posible gestionar colectivamente medidas de autoprotección y cuidado de los menores.