Los hechos abusivos provocan en las pacientes una serie de efectos. Estos pueden comenzar durante el tratamiento o cuando ya ha finalizado. De acuerdo con Disch y Schoener (con relación al abuso llevado a cabo por terapeutas y por abogados), y según nuestra propia experiencia clínica con mujeres abusadas por cualquier profesional, podemos enumerar los siguientes efectos:
Sutherland (1996) señala que entre el 87% y el 90% de los pacientes que han tenido contacto sexual con sus terapeutas sufrieron daños de diferente tipo: vergüenza, humillación, angustia, pérdida de la confianza en otros, disfunción sexual, desórdenes de ansiedad, hospitalización psiquiátrica e incremento del riesgo de sufrir suicidios. Por su parte, Disch (1992) señala que el 14% de los pacientes abusados sienten que quieren suicidarse, el 1% se suicida y el 11% concurre a un hospital mental para su asistencia. Algunos de estos efectos suelen aparecer durante la terapia o luego de que haya finalizado o haya sido interrumpida a causa de los abusos, y pueden persistir durante años. También se han observado efectos en la familia, la pareja y los amigos (víctimas secundarias), como celos, enojo por la situación, e incluso se le atribuye la culpa de lo ocurrido a la persona abusada. La investigación realizada por Disch señala también que los hombres abusados tienen mayor resistencia que las mujeres a definirse como «víctimas» y, por lo tanto, manifiestan dificultades para pedir ayuda.
Como hemos visto, el abuso sexual en el consultorio es un problema grave y de difícil solución. Disch plantea que existen varias cuestiones a tener en cuenta que caracterizan la gravedad del abuso: (a) el profesional abusador no responde a la necesidad de asistencia y a la confianza que un paciente deposita en él; (b) se establece una relación contractual de dinero donde uno presta un servicio y el otro paga; (c) se trata de acciones difíciles de probar porque no hay testigos ni pruebas. Disch plantea, además, que este es un problema de difícil resolución porque es necesario determinar qué es y qué no es abuso y cómo puede ser vivenciado de forma diferente por ambos protagonistas.
Las víctimas de abuso sexual por profesionales requieren de atención especial con la finalidad de anticipar e impedir los efectos nocivos y perjudiciales. Se sugiere el agrupamiento de las personas que fueron abusadas con la finalidad de poder compartir la experiencia, tomar mayor control de la situación y analizar las acciones posibles para cada una (hacer la denuncia, por ejemplo, en los colegios o asociaciones profesionales). Se plantea, además, la necesidad de establecer espacios para la sensibilización e información de las personas con la finalidad de determinar cuáles son sus derechos en la asistencia de la salud. Por otro lado, es necesario promover la formación y sensibilización de todos los profesionales (médicos, psicólogos, trabajadores sociales, abogados, etc.) para la reflexión y prevención de actos abusivos en la práctica. O sea, una aproximación preventiva apropiada de esta problemática consiste en el entrenamiento de la práctica profesional que analice las reglas éticas que se ponen en juego en la asistencia, la educación del público en general y el establecimiento de un control institucional (Strasburger, Jorgenson y Sutherland, 1992).