Frente a las situaciones abusivas algunas mujeres tendrán mayores dificultades para configurar un «no».
Mirta relató en la entrevista:
«Me pidió que me sacara toda la ropa para hacerme el examen ginecológico. Parado detrás de mí palpó mis pechos. Sentí el acercamiento de su cuerpo al mío como inapropiado, pero no pude decir nada… Me sentí tan violentada, tan expuesta… Sentí mucha vergüenza, pero no sabía qué decir, qué hacer…».
Esta escena muestra que ha sucedido algo inesperado que provoca desconcierto y angustia, la cual, generalmente, no puede ser controlada. El psiquismo resulta sorprendido por los avances sexuales, que operan como estímulos traumatizantes. El hecho de que el profesional haya pasado los límites de lo que se espera en una consulta produce en la mujer un quiebre de lo que venía a buscar, es decir, seguridad, confianza e idoneidad. Por el contrario, se incluye violentamente lo inesperado, lo insólito, lo avergonzante. Debido a esto, cuando una mujer es abusada resulta dificultoso pensar el conflicto que podría surgir si se plantea lo que está ocurriendo.
La experiencia en la asistencia de mujeres abusadas por profesionales nos muestra que habría una variedad de reacciones más o menos tipificables:
«Yo tenía una contradicción con este médico. No sabía hasta qué punto estaba bien o mal lo que él me estaba haciendo… Pero me sentía perturbada; contarlo ahora me produce mucha vergüenza».
«Recién después de mucho tiempo me di cuenta de que el médico había abusado de mí, cuando una amiga me contó que ya había sido denunciado por acoso sexual a una adolescente».
«Yo no creo que las que lo acusan tengan razón. Él me atendió a mí y a mi familia y nunca pasó nada. Es un profesional prestigioso».
«Me negaba a creer que alguien que me atendía siempre tan bien me iba a hacer esto. Yo pensaba que la desconfiada era yo. Luego de que me di cuenta, la decepción me afectó profundamente».
«Si yo me hubiera dado cuenta antes, esto no me habría pasado».
«Hacía tiempo que me atendía con él. Pero me empezó a molestar la forma en que me miraba y me tocaba. No fui más a atenderme con él y llamé a toda la gente que lo conocía para alertarla. Algunas me dijeron que estaba loca. Otras me lo confirmaron: ellas también habían sido acosadas».
«Yo me atendí con este médico varias veces. Me pareció idóneo y resolvió varios problemas que otros médicos no pudieron manejar. Por eso le tenía mucha confianza. Pero ya era la segunda vez que me hacía insinuaciones que me molestaban. La primera vez dudé en decirle algo porque temía confundirme. En esta, cuándo se acercó baboso diciéndome qué linda que estaba, me levanté y me fui dando un portazo. Sin embargo, me sentí mal durante bastante tiempo».
Estas son algunas de las formas en que las mujeres suelen reaccionar frente a los comportamientos abusivos. Algunas podrán enfrentar la situación. Otras pueden transformarse en sujetos más o menos pasivos frente a estos comportamientos. Quedarán así entrampadas entre la necesidad de apoyo profesional y distintos grados de sometimiento. Sin embargo, suponer que esto, que no es otra cosa que una «trampa», constituye un consentimiento de la mujer a las situaciones abusivas significa pasar por alto que se ha creado un conflicto difícil de enfrentar y resolver. Es que a través de las situaciones planteadas podemos comprobar que no sólo estamos hablando de abuso sexual sino de abuso de confianza y de poder. El mayor conflicto se plantea cuando es necesario poner en evidencia las situaciones abusivas que no sólo causan tensión y angustia sino que, fundamentalmente, cuestionan la confianza depositada sobre la persona del profesional dejando a quien vino a consultar en estado de desprotección y desamparo.
«A mí me desconcertaba esa actitud tan solícita. Hacía tiempo que me atendía con ese dentista y creo que antes no había pasado esto. Ahora lo pongo en duda. Siempre tuve confianza en él. Creo que por esto y a partir de lo que me hizo empecé a tener problemas. No podía dormir y la sensación de malestar no me abandonaba».
Las mujeres abusadas, entonces, o se someten manteniendo la idealización de «su» profesional pensando que tienen alguna responsabilidad por lo ocurrido o abandonan el tratamiento. Cualquiera que sea la determinación que se tome, siempre constituyen situaciones difíciles y frustrantes.
A pesar de que las reacciones de las mujeres abusadas son múltiples, ninguna estará libre (consciente o inconscientemente) del malestar que crea la opresión y el abuso de poder. Algunas apelarán a la negación, a la resignación y al sometimiento. Otras manifestarán un fuerte rechazo, censura e intentarán hacer la denuncia.
Carla dijo en la entrevista: «Fui al médico para controlar la dieta, por problemas de piel y cabello. Me observó los ojos y dijo que encontraba algo raro en la mama derecha y me preguntó si quería que se fijara. Dudé, pero como estaba asustada por lo “raro” le dije que sí. Palpó las dos mamas, los pezones y luego me hizo poner boca abajo, desabrochar el pantalón y me hizo masajes en la espalda por largo tiempo hasta el cóccix. Me hizo poner en distintas posiciones. Me preguntó si sentía pudor. Luego tocó de nuevo las mamas prolongadamente y dijo que habían mejorado. Durante todo el examen me sentí violentada, entendí que eso era acoso sexual pero no pude decir nada. Pero no volví más aunque lo que me hizo me siguió dando vueltas en la cabeza por mucho tiempo. Ahora me estoy asesorando para hacer la denuncia y necesito ayuda».