AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a quienes me han acompañado en distintos momentos, de diferentes maneras, durante los años de escritura de este libro.

A Eva Giberti: por su permanente estímulo y confianza y quien, con su afecto, calidez, fina ironía, pasión por las ideas y el trabajo, me alentó a sostener la continuidad de mi proyecto y a concretarlo.

A Tamara Kamenszain, quien me ayudó a leerme a mí misma y a conjugar mis palabras, con rigor, cariño, idoneidad y humor.

A Mabel Burín: porque en los comienzos de este libro me brindó una lectura atenta y crítica. Y por ofrecerme con generosidad y afecto sus conocimientos a lo largo de muchos años.

A Esther Moncarz: por su valiosa lectura del manuscrito final que, aun en circunstancias muy difíciles, reafirmó, una vez más, nuestra amistad de tantos años.

A Hilda Rais y a Graciela Delachaux: por su generosidad, acompañamiento, disponibilidad y apoyo. Y por ser mis queridas amigas de tanto tiempo. A Isabel Monzón por alentarme en mis ideas y a Silvia Kremenchutzky por su cariñosa amistad.

A Florencia Sprovieri: por su colaboración y solidaridad y por su capacidad por resolver problemas.

A las mujeres que tuvieron la confianza de compartir conmigo sus experiencias de violencia y que me permitieron que las acompañara, por un camino difícil y doloroso, en la tarea de encontrar nuevos significados y oportunidades para sus vidas.