Distinguido público:
Aquello de lo que hablamos está por investigar, no vivimos, pero suponemos y existimos como hipócritas, ofendidos, en el malentendido fatal y, en definitiva, letal de la naturaleza en el que hoy estamos perdidos a causa de la ciencia; las apariencias son para nosotros mortales y las palabras con las que, por desolación, nos ocupamos en el cerebro, los miles y cientos de miles de palabras reconocibles por una verdad infame como infame mentira o, a la inversa, por una mentira infame como infame verdad, en todos los idiomas, en todas las relaciones, las palabras que nos atrevemos a decir y escribir y a callar como forma de hablar, las palabras que no están hechas de nada y no sirven de nada ni son para nada, como sabemos aunque lo ocultamos, las palabras a las que nos aferramos porque estamos locos de impotencia y de demencia desesperados, las palabras sólo infectan e ignoran, emborronan y empeoran, avergüenzan y falsean y mutilan y oscurecen y ensombrecen; en los labios y en el papel, maltratadas por sus maltratadores; la característica de las palabras y de sus maltratadores es la desvergüenza; el estado mental de las palabras y sus maltratadores es torpe, feliz, catastrófico…
Decimos que damos una representación teatral, prolongada sin duda hacia el infinito… pero el teatro en que estamos dispuestos a todo y no somos competentes en nada es siempre, desde que podemos pensar, un teatro de velocidad creciente y de palabras clave desperdiciadas… absolutamente un teatro de los cuerpos y en segundo lugar de la angustia mental y por consiguiente de la angustia mortal… no sabemos si se trata de una tragedia sobre la comedia o de una comedia sobre la tragedia… pero todo trata de horror, de mezquindad, de incapacidad mental… pensamos, pero callamos: quien piensa disuelve, deroga, catastrofiza, demuele, desintegra, porque pensar es lógicamente la consecuente disolución de todos los conceptos… Somos (y eso es Historia y ése es el estado mental de la Historia) la angustia, la angustia física y mental y la angustia mortal como algo creador… Lo que publicamos no es idéntico a lo que es, la conmoción es distinta, la existencia es distinta, somos distintos, lo insoportable distinto, no es la enfermedad, no es la muerte, son condiciones muy distintas, son estados muy distintos…
Tenemos, decimos, derecho a la justicia, pero sólo tenemos derecho a la injusticia…
El problema es enfrentarse con el trabajo, lo que quiere decir con la aversión interior y la apatía exterior… lo que quiere decir pasar sobre mí mismo y sobre los cadáveres de filosofías, sobre toda la literatura, sobre toda la ciencia, sobre toda la historia, sobre todo… es una cuestión de constitución mental y de concentración mental y de aislamiento, de distancia… de monotonía… de utopía… de idiotez…
El problema es siempre enfrentarse con el trabajo, en el pensamiento, no enfrentarse nunca ni con nada… ésa es la cuestión: seguir, seguir implacablemente o detenerse, poner punto final… es la cuestión de la duda, de la desconfianza y de la impaciencia.
Gracias a la Academia, gracias por su atención.