Escena II

ANTONIA.— Por Dios, no abandonéis a vuestra sobrina.

BERALDO.— Haré cuanto pueda por el logro de sus deseos.

ANTONIA.— Es preciso impedir ese proyecto extravagante que se le ha metido en la cabeza a vuestro hermano. Yo había pensado que metiendo por medio otro médico que desacreditara al señor Purgon adelantaríamos mucho; pero como no tenemos de quién echar mano, he inventado una trama que yo misma voy a representar.

BERALDO.— ¿Tú?

ANTONIA.— Una farsa que acaso dé buen resultado. Vos trabajad por vuestra parte y yo por la mía. Ya vuelve.